El Palau de la Música Catalana a cien años de su inauguración: Entrevista al Arquitécto Oscar Tusquets


Ubicado en el barrio de la Ribera y proyectado por Lluis Domenech i Montaner, una de las grandes glorias de la arquitectura catalana, el Palau de la Música Catalana fue construido en un tiempo relativamente rápido; 1905-1908. A pesar de la apertura de el nuevo auditorio de Rafael Moneo, el Palau es la sala de conciertos emblemática de Barcelona; por aquí han pasado Pablo Casals, Herbert von Karajan, Alfredo Kraus, Montserrat Caballe, Kiri Te Kanawa, Alfred Brendel y hasta Francisco Céspedes. El Palau es una obra que sirvió como testimonio de grandeza de una época importante de Barcelona, que a comienzos del siglo XX logró renovarse por medio de un equilibrio casi perfecto entre el quehacer artístico y la industria. Patrimonio de la humanidad desde 1997, el Palau recibe más de 700,000 visitantes anuales; ya sea presenciando un concierto, admirando su fachada o visitando de forma guiada su interior es un lugar que imprime su estampa en la mente de todos, una obra universal.

Un hombre fundamental en la historia del Palau es el célebre arquitecto catalán Oscar Tusquets, gracias a su trabajo finalmente se pudo concluir la visión que Domenech i Montaner trazara casi un siglo antes. Tusquets se describe como una persona con una incapacidad total de especialización. En este sentido bien podría ser un hombre del renacimiento; arquitectura, literatura, diseño industrial, pintura e incluso guía de turistas han sido algunas de sus ocupaciones. Amigo de Salvador Dalí, colaboró con él en el célebre retrato de Mae West. Un hombre que no teme mostrar su lado espiritual; en su libro “Dios lo ve” habla de cómo el artista ha intentado resolver cosas que nunca el observador llegará a apreciar a simple vista. Políticamente conciliador y contundente cuando habla de Esquerra Republicana (partido de izquierda catalana); “está en contra en todo”. El legado arquitectónico de Tusquets, dejando de lado varios proyectos interesantes de carácter privado, recae principalmente en dos trabajos excepcionales: El auditorio Alfredo Kraus de Islas Canarias y el trabajo de remodelación del Palau de la Música catalana.



¿Cómo fue su Su relación inicial con el Palau de la Música Catalana y la obra de Doménech i Muntaner?

“Cuando entro en la escuela de arquitectura en el 60 ya se oían voces (a favor) yo creo que se ha conservado el Palau porque (en ese entonces) no había dinero para derribarlo y hacer uno nuevo. Entonces empezaron a escucharse voces; de David McKay, de Alexander Sinisi, de reivindicación del Palau de la Música. Como estudiante de arquitectura y después como arquitecto claro que tuve relación con el Palau, incluso cuando Felix Millet me vino a buscar para que hiciera una propuesta de reforma del Palau es porque ya habíamos reformado los bajos de un edificio de Domenech i Montaner, el de la casa Thomas. Realmente con el mismo cliente y el mismo edificio he pasado más de 25 años lo cual es bastante insólito, yo creo que toda la historia del Palau es bastante insólita, lo más insólito de todo es que a Domenech se le diese un solar absolutamente inadecuado para lo que el quería hacer”.

En cierta forma usted terminaría las intenciones de Doménech…

“Exacto, yo creo que se puede demostrar. Y que hayamos podido sacar una iglesia de allí, todo es un caso muy especial. La verdad me ha ocupado mucho pero lo he hecho con alegría y he aprendido mucho estando veinticinco años en diálogo con el edificio”.

¿Cuál es una de las singularidades del Palau?

“Yo creo que el caso bastante particular es que Domenech tratase un patio interior, que no se podía ver desde ningún sitio, con la riqueza que lo hizo y que ahora sea fachada del edificio”.

Parece como si Doménech se nutriera del espíritu antiguo de esos grandes constructores de catedrales donde hay detalles que el ojo humano no puede ver

“Si, yo pongo otros ejemplos, el Partenón por ejemplo; En la parte trasera las esculturas de los frontones están tratadas igual que en la delantera y no se podía ver nunca”.

Había algo espiritual…

“Yo creo que si, a ver, puesto en un lenguaje moderno nosotros decimos “no, es un deseo de coherencia” pero bueno, es una manera de hablarlo”.

Lo espiritual no está de moda…

“Exacto.
Pero la gente, a pesar del catalanismo o del personaje político que era Doménech, los del Orfeo Catala y Domenech terminaron muy mal, diciendo que se había hecho un edificio carísimo o que ellos querían una cosa sencilla. Una relación cliente-arquitecto conocida. El Palau es un edificio relativamente económico, en aquel tiempo Doménech i Montaner estaba haciendo la casa de Lleó Morera que es de la misma época y todo lo que hay en el Palau es falso mármol y la casa de Lleó Morera es mármol de verdad, había una diferencia de medios evidentísima”.

Háblenos sobre la relativa rapidez de la construcción del Palau

“El primer concierto en el Palau se da en 1906 pero este año se celebra el centenario porque la inauguración oficial fue en 1908, pero en 1906 ya se abrió la escultura del escenario, le faltaban cosas pero ya se daban conciertos. Yo llevo 25 años y el hizo 3 desde el anteproyecto a acabar todo. Yo creo que tanto Gaudi como Domenech y Puig i Cadafalch tenían unos artesanos extraordinarios. Cuando uno ve los planos originales – que desgraciadamente del Palau casi no quedan – estos eran de una sencillez porque todo lo otro lo resolvían los maestros de obras, los ceramistas, etc. El modernismo catalán se basa en una artesanía muy singular para la época, muy capaz y preparada, como podía darse en Glasgow o Bruselas en la misma época”.

El modernismo catalán surge de una idea política también, sin embargo el Palau es una especie de paradoja; una obra localista que se convierte en un símbolo universal. ¿No le parece peculiar este fenómeno?

“Salvador Dalí que, fue un gran amigo mío, decía que solamente lo ultralocal puede ser universal. Es verdad que había ese entusiasmo más o menos nacional de recuperación de la Renaixença (movimiento cultural catalán del siglo XIX) pero Barcelona estaba abierta a hacer negocios con el resto del mundo y traer maquinaria nueva para hacer los telares. Barcelona sin aquel empuje, sin aquel dinero, sin aquellas ganas de manifestarse no hubiera tenido semejante creación artística; A pesar de la influencia francesa evidente, a pesar de la ordenanza fíjate bien en la “manzana de la discordia” (célebre manzana de Barcelona en donde tres casas emblemáticas de tres distintos arquitectos se erigen una después de la otra) ¡cada casa es un mundo!”


Háblenos de la decoración interior tan rica y sobrecargada del Palau

“Todo era apoteosis del escenario, con las Valkirias de Wagner. Wagner era un artista de vanguardia y es el símbolo más evidente del escenario del Palau. Barcelona era una ciudad muy wagneriana. Los novecentistas que vinieron después, guiados por Eugenio d’Ors criticaron la influencia centroeuropea en este arte porque es evidente que el modernismo catalán tiene una influencia centroeuropea enorme. Cuando se es tan bueno como Domenech o Gaudi ya te escapas de esto pero cuando no se es tan bueno hay edificios tan tristes como los neogóticos. Claro, llegó el modernismo y dijo “orden, luminosidad, Grecia” visto así el Palau era un edifico enfermizo. Recuerdo en una ocasión, en una visita guiada a un grupo americano, ya solamente viendo la fachada, el profesor dijo a sus alumnos; “Now you can see how insane can be an architect” (ahora pueden ver que tan enfermizo puede ser un arquitecto). Las historias oficiales de Gillian de la arquitectura moderna, a Gaudi si lo nombraban, era como un tema marginal de un arquitecto pintoresco que habitó en Barcelona y a Doménech ni se hababa de el”.

¿Cuántas personas pasan por el Palau en la actualidad?

“Hoy calculamos que anualmente por el Palau pasan aproximadamente 700,000 personas al año. Claro que exige un mantenimiento continuo. El Palau tiene un desgaste importante, pero por otro lado es un placer que no se ha convertido en un museo donde alguna vez se hizo un concierto. A pesar del auditorio nuevo de Rafael Moneo el auditorio de referencia para muchos tipos de música continúa siendo el Palau. Nunca ha cambiado de uso. Hubo un momento, incluso, que se intentó haberlo hecho cine cerrando la luz. ¡Cerrar la claraboya para poder hacer cine! porque parecía que aquello no tenía ningún porvenir”.


¿Cual ha sido su trabajo de restauración en el Palau?

Cuando se nos encargó el primer proyecto dijeron “Parece que hay temas imposibles de solucionar”. Por ejemplo introducir el aire acondicionado respetando el aspecto de la sala. Es una de las cosas que estoy más orgulloso. Hay 900 agujeros en el cielo raso y casi no se ven. Claro, todo esto apoyándome en la tremenda ornamentación de Domenech. Nuestro gran mérito en el Palau son las cosas que no se ven y tiene más mérito lo que hemos sacado que lo que hemos puesto. ¡Tiene más mérito la plaza que lo que hemos puesto!

Durante la remodelación tengo entendido que tuvo que quitar una iglesia para concluir la visión de Domenech

“La iglesia era del siglo XVII y durante la guerra la quemaron los rojos. Entonces con el típico optimismo posbélico dijeron “Aquí hacemos una iglesia neoclásica”. Aparte el gran proyecto, de desproporcionado solar, era tan caro que se les acabó el dinero. Entonces llegamos nosotros y en la primera obra del 90 propusimos acabarles con un ábside decente la iglesia por aquella longitud y dejar una abertura en la parte de atrás que no habían ni empezado y poder hacer una salida del Palau hacia la Layetana. El Palau tiene una tradición de buena relación con la Iglesia desde que se hicieron los coros del Orfeo Catala. Dijeron que si y lo hicimos. Posteriormente Pascual Maragall, en aquel momento alcalde de Barcelona, dijo “Habeis sido poco osados, tenéis que haber propuesto que se fuera la iglesia y abrir toda la fachada” “¿Dónde se iría la iglesia?” “Aquí a un cine que le está hiendo mal en el barrio” Los del Palau se pusieron a trabajar y entonces al cabo de un tiempo dijeron “Y si el ayuntamiento de Barcelona cediese un terreno en un área nueva de Barcelona donde no hay iglesias y nosotros pagásemos la iglesia nueva ¿Estarían dispuestos a iros?” El Palau pagaría la iglesia nueva y el ayuntamiento cedería el terreno. Yo creo que con buena visión pues aquella iglesia no tenía futuro. Y un día me dijeron “Hay que hacer un (nuevo) proyecto porque la iglesia se va a ir” fui a ver al cura de la parroquia “Oiga, no me condenaré por esto” “No, no no” ”

¿Tiene algún proyecto a futuro con el Palau?

“Estoy al día-día. Hay el proyecto ambicioso de abrir una pequeña plaza por el otro lado para que la fachada principal, la escultura de Blay y todo esto, se pueda ver mejor y ese es un proyecto muy complicado burocráticamente porque aquel terreno es del colegio de enfrente. El colegio está totalmente de acuerdo en que lo modernicemos cediendo tres edificios que para el colegio no valen porque son viviendas antiguas pero esto es un cambio de uso de suelo….trámites burocráticos”

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