La Visita de la Vieja Dama, de Friedrich Dürrenmatt con la Compañía de Teatro de la Facultad de Artes Escénicas de la UANL



En ocasiones los montajes escénicos logran un balance excepcional entre obra – dirección y producción. Desafortunadamente el teatro actual tiende a fallar en la obra; efectos sin causas.
Pero a veces se cuenta con una estupenda obra y una dirección que le hace justicia; en estos casos la discreción de la producción pasa a segundo plano pues lo importante del espacio escénico no es el que el espectador quede subyugado por los efectos sino que los actores creen constructos de comunicación tridimensionales que transmitan la obra al espectador; esto se logra con el talento de los artistas y una dirección de primera línea; he aquí los resultados de la presentación de “La visita de la vieja dama” del dramaturgo suizo Friedrich Dürrenmatt. Obra que sigue siendo pasmosamente actual.

A pesar de que el ensamble muestra ciertos (esperados) rasgos desiguales en las actuaciones; la dirección de Luis Martín es contundente y vertiginosa. Los tiempos de reflexión nos caen uno a uno a pedazos y el humor negro de esta tragicomedia es sutil; en manos de los mejores actores del ensamble fue una delicia maliciosa.

Cada vez estoy más convencido de que los esfuerzos juveniles o estudiantiles de teatro deben de estar apuntalados con el trabajo de figuras establecidas; este caso no fue la excepción. Cuando se cuenta con el que actualmente es el actor teatral más versátil de la ciudad; la propuesta no puede fracasar; Ahí está Francisco de Luna como el Señor Ill, quien capta la esencia trágica del personaje. La vida de este se va extinguiendo ante la ironía de la vida y una de las principales líneas temáticas de esta obra; el efecto de nuestras acciones, que tarde o temprano nos alcanzará. De la seguridad del Ill que se sabe próximo alcalde, pasando por el desconcierto que le produce el nuevo encuentro con Claire hasta su desmoronamiento y estoica aceptación de su destino; Ill se muestra como el personaje más humano en un mundo disparatado que paradójicamente es espejo del nuestro.



Karina Esquivel hace una estupenda Claire con un dejo de inestabilidad mental (Después de todo, hay algo tortuoso en la mente de la protagonista que no ha podido perdonar un ingenuo y  trágico romance de juventud). Logra subrayar la severidad del personaje, su frivolidad y extravagancia monetaria y sexual.

Es una delicia ver a Alfonso Alvarado en escena, fresco, prácticamente impecable en sus parlamentos (uno que otro lapsus resuelto con el colmillo de un grande del teatro). Su representación del alcalde encantó por el manejo más sutil y elegante del humor.
Del resto del reparto destacó Diego de Lira como el policía; esbozando un retrato gradualmente brutal e implacable en sus acercamientos con Ill.

Yojanna Góngora fue una profesora plausible a la que le faltó un poco más de vehemencia y naturalidad en su expresión y en el gradual desmoronamiento moral del que es uno de los personajes más interesantes.

Alejandro Alanís como el pastor y Alejandra Zapata como la doctora cumplieron en sus partes sin revelar algún matiz sobresaliente.

Sergio Ortiz dotó de una gran comicidad corpórea y expresiva a los maridos de Claire; esencialmente caricaturas.
Es de nota que varios de los numerosos personajes fueron repartidos entre unos cuantos actores; impresionante la variedad de caracterización que lograron Nallely Arizmendi y Sandra Gutiérrez desde las dominatrices convictas Toby y Roby hasta la modesta hija de Ill o la periodista. También llamaron la atención Joe Alvarez y Liberack Contreras como Koby y Loby, los patéticos ciegos, personajes grotescos.

Finalmente Luis Martín logró balancear los aspectos contrastantes de la obra y logró una consistencia con un vestuario funcional y el uso efectivo de máscaras que simbolizan el anonimato del hombre común. Únicamente aquellos personajes que poseen un cierto elemento humano son tratados con la diversidad de las facciones naturales. El juego de la obra es inequívoco; la vícitma original es la victimaria y el victimario original es la víctima.

Pero al final todos se ocultan bajo la mascara de un marrano pues una vez que los humanos estamos dispuestos a hacerle concesiones a lo que está en contra de nuestra integridad ya no hay nada que nos separe de un cuadrúpedo. Efecto crudo de parte de Luis Martín y por lo mismo aplastante.
La obra se presentará en el Teatro Espacio Rogelio Villarreal de la Facultad de Artes Escénicas, el primer fin de semana de octubre y en el Teatro Universitario de la UANL (Mederos)  el sábado 13 y domingo 14 de octubre. Las funciones son a las 18:00


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