Il Trovatore de Verdi en vivo desde el MET



Estimado lector; te comparto una reseña de mi amigo Miguel Gálvez, melómano conocedor. Se trata de la reciente transmisión de Il Trovatore de Verdi desde el MET de Nueva York. Espero la disfrutes.

Pues les digo que de entrada la producción me gustó, de escenografía no muy ostentosa pero práctica y efectiva, gracias al escenario giratorio, esto aunado a un vestuario por demás vistoso, creo que fue un buen logro de McVicar. Hubo dos o tres cosas que no me gustaron: unos gitanos peleando en la escena del Anvil Chorus, y en otro momento una de varias parejas de gitanos en el escenario, haciendo la mímica de estar casi follando…ella trepada en el sujeto con las piernas “enredadas” arriba de su cintura, y los brazos por el cuello, me parece que dichos “agregados” eran totalmente prescindibles.

La dirección de Armiliato fue al de un Verdi bien balanceado, sin aceleraciones exageradas ni expansiones innecesarias. El coro cumplidor como de costumbre en lo sonoro y lo cuadrado con la orquesta. La mayoría quedaron apabullados por la presencia, madurez y autoridad del Conde creado por Dimitri, y en realidad el barítono ruso ofreció una función para la posteridad, voz en estado de gracia, solidez a lo largo y ancho del registro, resonante, y de cereza en el pastel, una pasión y entrega en cada frase cantada que cautivó al público en general.

Sin embargo, a mí me dejó impresionado la Sondra Radvanovsky, nunca la había escuchado, sabía de ella, pero hasta ahí…. ¡Que bárbara! Tiene todo: es una mujer bella, excelente presencia escénica, destacables dotes histriónicas. Su voz me dejó perplejo, es un torrente vocal. Les confieso que me arrancó alguna lágrima. Su emisión es impecable, el timbre tiene tintes “Callasianos” sobre todo en el registro medio, el cual es rico, abundante y seductor. Su técnica de respiración es impecable, posee notable agilidad y precisión en el manejo de las fiorituras y aunque su registro agudo quizá resulte estridente para algunos, a otros nos parece emocionante.

Marcelo Álvarez, como Manrico, me pareció muy lírico, no obstante bien enfrentado y resuelto dentro de ese esquema, además es buen actor y da color al personaje. Se le vió un poco pasado de peso.

Al parecer, el bajo originalmente anunciado para el Ferrando era Ildar Abdrazakov y fue reemplazado por un joven que resultó cumplidor, de voz oscura, con cierta profundidad y resonancia; logró cubrir decentemente este papel comprimario.

La Azucena de Zajick fue una muestra de arte en toda la extensión de la palabra….madurez, inteligencia, un instrumento que aún conserva ese caudal vocal que la ha caracterizado desde su debut en esta sala en 1988, así como su habilidad escénica que impresionó a propios y extraños. Sin duda la Mezzo verdiana más completa del momento.

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